Edward Griffin, un congresista, se enfrenta al juicio por el asesinato de una bailarina llamada Amber Jones, a la que supuestamente disparó. Langston es uno de los testigos de la acusación, que cuenta con suficientes pruebas con mandar al político a la cárcel.
Durante el proceso, sin embargo, el responsable del área de comunicación del acusado se suicida en la puerta del juzgado con el mismo arma que puso fin a la vida de su esposa. Los forenses encuentran en su bolsillo una nota en la que se responsabiliza del asesinato de la mujer.
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