Los problemas financieros del crucero podrían tener los días contados si Marga consigue que don José María, un viejo amigo de su padre, invierta en el barco. Para ello, la directora del buque pedirá la colaboración de toda la tripulación para que la estancia del potencial inversor, que viaja en esta ocasión con su mujer y su hija, sea lo más agradable posible. Todos estarán dispuestos a fingir y aparentar lo que sea necesario para dar a este invitado tan peculiar la mejor imagen del barco y de sus trabajadores.
Sin embargo, las exigencias de orden y limpieza que necesita el crucero de cara a la visita de don José María provocan que Marga decida poner a Josep Lluís al frente del equipo de limpieza. Sin embargo, la presión del catalán les hará amotinarse e iniciar una huelga para protestar por las condiciones de trabajo que impone el nuevo jefe.
Mientras tanto, una pasajera sufre un misterioso robo de sus joyas. Campillo inicia una investigación para encontrar al responsable del hurto y, como era de esperar, su principal sospechoso es Raimundo.
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