Preocupada porque su novio Charlie no aparece por la iglesia el día de su boda, Kim avisa a la policía. La única pista del caso es la aparición de los dos padrinos, Sean y Jack, encadenados a una fuente y con las manos llenas de sangre.
Los análisis sanguíneos de los jóvenes revelan que fueron drogados y ambos afirman que no recuerdan nada, pero pronto los forenses descubren que la fiesta de despedida de soltero de Charlie se les fue de las manos y tendrán que ir a investigar al local de estriptis donde pasaron los tres la noche.
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