Mientras intenta terminar con el insomnio que le hace alucinar con Amber, House acepta el caso de una bailarina que, en medio de una función, ha sufrido un colapso en el pulmón. Cuando la empiezan a tratar, la chica muestra otro perturbador síntoma: la piel del cuerpo se le cae. El equipo deberá trabajar a contrarreloj para diagnosticar a la paciente antes de que empiece a perder sus extremidades a causa de la dolencia.
Pronto, el irreverente facultativo se apartará del caso, preocupado por su cambio de comportamiento (ahora es más sensible) y por la incesante presencia de Amber en su vida. En su autodiagnóstico y cura no estará solo, ya que se verá arropado por sus incondicionales amigos: Wilson y Cuddy.
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