La inspectora Raquel sabe que algo no va bien. Los atracadores se van anticipando a todos sus pasos. El hecho de que cambiasen las caretas justo cuando la policía se iba a infiltrarse entre los rehenes no hace más que aumentar sus sospechas.
Además, cuando parecía que todo estaba en punto muerto, la policía localiza el coche con el que Tokio y Río viajaban para visitar el museo cuando preparaban el golpe. Es un Seat Ibiza antiguo que Helsinki tendría que haber hecho desaparecer, sin embargo, está intacto en un desguace, lo que obliga a El Profesor a abandonar su guarida para ir a borrar las huellas.
En el interior de la Fábrica de Moneda cunde la incertidumbre, rehenes y atracadores empiezan a notar las más de 30 horas de encierro. Río, el más joven de los atracadores, se desmorona cuando ve en la televisión a sus padres. Los periodistas ya los han localizado. Están destrozados, no pueden creer que su pequeño se haya convertido en un delincuente capaz de secuestrar a más de sesenta personas.
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